“Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo pero porque no sois del mundo sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece”.(San Juan 15:19)
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris... nescio, sed fieri sentio et excrucior.
“Yo soy Lali, la oscura, la del collar de calaveras, la que nunca duerme, la despiadada, la guerrera, la amante destructora cuyo pie se apoya en la posibilidad de sí mima. Ningún deseo, ningún lamento ocupará el lugar donde pueda surgir la ira, o la fuerza, o la calma, las formas de Poder que se alimenta de la gran Soledad. Yo soy la que no es, la Sola, la que arranca de sí misma, aquella que aprendió a cortar una lágrima con el filo de su espada sin que en su acero permanezca ni un rastro de humedad. Soy la que nunca más derramará una lágrima porque nada posee salvo su propia fuerza.” Chantal Maillard
“Yo soy Lali,
ResponderEliminarla oscura,
la del collar de calaveras,
la que nunca duerme,
la despiadada,
la guerrera,
la amante destructora
cuyo pie se apoya
en la posibilidad
de sí mima.
Ningún deseo,
ningún lamento
ocupará el lugar
donde pueda surgir la ira,
o la fuerza,
o la calma,
las formas de Poder que se alimenta
de la gran Soledad.
Yo soy la que no es,
la Sola,
la que arranca de sí misma,
aquella que aprendió a cortar
una lágrima
con el filo de su espada
sin que en su acero permanezca
ni un rastro de humedad.
Soy la que nunca más
derramará una lágrima
porque nada posee salvo
su propia fuerza.”
Chantal Maillard
Gracias por nutrir mi blog con tus acertadas aportaciones, ya veo que por fin te funcionó el pendrive.
ResponderEliminarQue buena la tipa esta eh...
NO INVADIRÁS mi reino ni los mares
que amparan mis fronteras.
NO ABRIRÁS una brecha en la muralla
que protege a la bestia herida.
NO BORRARÁS la imagen que con éxito
me empeño en moldear frente al espejo en los días de niebla.
NO ROBARÁS la paz que, aunque endeble,
mantiene en orden mis ciudades, anclados en el puerto los navíos.
NO INCENDIARÁS el mundo que logré edificar
sobre tanta derrota y a pesar de ello.
NO ENTRARÁS, sobornando al centinela, en la alcoba
donde aguardé cien años y un día tu regreso.
NO TEMPLARÁS tu acero en el cráter ardiente de mi espíritu.
NO SEMBRARÁS en mí, de nuevo, el temor de perderte.
NO SABRÁS
que una palabra tuya basta para herirme de muerte
y hacer de mi razón un campo de exterminio.