Por
regla general, todos creemos que estamos llenos de vida y alardeamos de
nuestros esfuerzos y de su fruto. En realidad, llevamos a la espalda un
saco vacío que llenamos de vez en cuando con migajas de realidad. El
hombre es un mendigo de la existencia. Un ridículo ganapán en la
irrealidad, un chapucero de la naturaleza.
Te
haces un aposento en el mundo y te crees que has escapado de él. Ya no
ves nada a tu alrededor. Y cuando te crees que estás más solo, te das
cuenta de que tu albergue carece de techo.
¿Hacia dónde vas a escupir?
¿Hacia el sol o hacia la noche?
Abres las manos en el espacio. Y los
dedos se te pegan en el vacío. No se adhieren a ningún ser porque el ser
quema. Lo real escuece, lo real duele. Respirar es un martirio. Y es
que el soplo de la vida se filtra a través del horno del horror.
Cioran.
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