Cuando
ya no pesan las piedras ni
flota el aire, me explicarás qué nos queda sino una mirada que no sea al
vacío. Me dirás dónde quedan los sueños, esos los que nos abrigan para
no sentirnos en
este suelo, dónde ha quedado la piel, el resplandor de los reflejos del
sol en
ella y tu cabello hondeando nuestra bandera.
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