Me irrita la felicidad de todos esos hombres 
que no saben que son desgraciados. Su vida humana está llena de todo 
cuanto constituiría una serie de angustias para una sensibilidad 
verdadera. Pero, como su verdadera vida es vegetativa, lo que
 sufren pasa por ellos sin tocarles el alma, y viven una vida que se 
puede comparar únicamente con la de un hombre con dolor de muelas que 
hubiese recibido una fortuna, la fortuna auténtica de estar viviendo sin
 darse cuenta; el mayor don que los dioses conceden, porque es el don de
 ser semejante a ellos, superior como ellos (aunque de otro modo) a la 
alegría y al dolor. 
F.P 
 
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