Desarraigo del alma, perdida de alma, se refiere a lo que llamamos ego pero no el ego racional que conocemos sino nuestro ego daimónico, interior, espiritual, sustancial.
Ese
desarraigo conduce a un estado llamado acedia, una especie de apatía o sequedad
espiritual en el que el mundo es aburrido, rancio, vano e inútil y observas tus
propias acciones como si estuvieras fuera, siendo espectador de la esterilidad
total, con falta de vitalidad, con vacío, y sensación de monotonía.
En otras
culturas no occidentales ni modernas se decía que esta “alma" podría haber
sido abducida o alejada de uno mismo por la atracción erótica de brujas o hadas
y por ello alejarse sin rumbo de uno mismo.
En esta
desesperación o despersonalización la razón de no dejarse tumbar y morir en
nuestra sociedad actual occidental es por la fuerza del ego práctico que
mantiene nuestra maquinaria en funcionamiento con unas simples rutinas que nos
guían.
Todo esto
es destructor del alma, de la persona como individuo único y anti daimónico que
nos roba las visiones y por tanto las realizaciones.
La
sociedad tiene mucha parte de esto para así convertirnos en máquinas autómatas,
nos convierten en uno solo, todos en uno solo sin distinción de carne que solo
y exclusivamente por rutina estamos medio vivos.
Me
pregunto cómo serían nuestras vidas, los pocos que tenemos y sentimos estos
pequeños destellos de verdad y de belleza si no estuviéramos enfermos de la
"efimeridad" o de cualquier maldición humana corroida que nos acecha y
rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario