Y me metí
en el bosque, profundo, adentro, descubriendo lo que se perdió en la
civilización, él sobrio y oscuro, y como en un Samhain me comulgue a su poder y
seguí adelante, cierta plenitud en la consagración de uno mismo en el todo, en
ese todo que importa, no en ellos, ni de ellos, algo que siempre estuvo antes,
inalterado, y surgieron ríos enanos con el agua más cristalina que nunca antes
vi, y rápido me moje con ella, sintiendo a la par el aroma del bosque y su
fluido. Me siento como si hubiera descubierto un pequeño salvaje Edén, propio,
privado en mi mente, porque por fortuna estaba como si ningún otro hubiera ido
por allá, elegí buen día entonces para descubrirlo, para hacer al menos una
mínima comunión, como una ofrenda, es como un camino propio, inmenso, nunca
nadie, siempre el todo.
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